Nuevo mecanismo de colaboración público-privada, datos y marcas supralocales … Los destinos de viaje desarrollados que buscan recuperar la competitividad en el siglo XXI deben enfrentar tres desafíos.
El primer desafío: relación triangular
El primer desafío tiene que ver con los profundos cambios experimentados en la cadena de valor del turismo. Esta cadena podría verse como una línea que va desde el visitante al destino, pasando por consultores, operadores turísticos, transporte, alojamiento, etc., con todas las partes trabajando en un determinado marco legal y con el apoyo de algunos servicios de infraestructura pública, seguridad, limpieza, etc.
Pero en esa cadena, ha aparecido una nueva fiesta y su voz es aún más fuerte que nunca: los habitantes.
Existe una relación triangular entre las administraciones públicas (cada vez más centradas en la gestión y no solo en la promoción), el sector privado y la comunidad local, que exige tener una voz en el diseño de los destinos de viaje.
«El empresario turístico ya no puede trabajar aislado de su entorno», dice Ángel Díaz. Es hora de asumir nuevas responsabilidades, agregó Díaz.
Parafraseando el famoso discurso de Kennedy, las compañías de turismo deben decir: No pregunte qué puede hacer su destino por usted, sino qué puede hacer usted por su destino.
Se recomienda a destinos comprometidos con nuevos mecanismos y estrategias promovidas por las administraciones para facilitar la interrelación entre todas las partes involucradas.
Segundo desafío: datos
En esta nueva relación triangular de la cadena de valor donde los habitantes han llegado a desempeñar un papel visible, conocer sus preocupaciones y cómo se sienten sobre el turismo se convierte en información estratégica al planificar y diseñar destinos.
Los datos nos dicen que los ciudadanos, aunque no están entusiasmados con el turismo, lo ven como algo positivo. Existe una idea general de que es un motor para la economía y la imagen de un territorio / región.
Sin embargo, esos mismos ciudadanos también comienzan a percibir riesgos en las actividades turísticas en sí, incluso si no se ven afectados directamente por ellos. En general, las personas encuestadas se quejan del turismo de masas y del comportamiento inapropiado o grosero de los turistas.
Tercer desafío: «Superbrands»
Al moverse por un mundo cada vez más globalizado, los destinos de viaje desarrollados tendrán que depender de «supermarcas» que les permitan llegar a nuevos mercados y obtener ganancias.
Movilidad, gracias al transporte público moderno. Hoy en día, los turistas pueden explorar un radio de 100 kilómetros sin sentir que han cambiado de destino.
Un ejemplo sería cómo los turistas que viajan a megaciudades como Londres o París y se quedan en un lugar pueden moverse en un radio de 100 kilómetros, mientras sienten que simplemente están descubriendo nuevas áreas del mismo destino.
En este sentido, por ejemplo, Barcelona como marca tiene espacio para integrar otros destinos en su entorno, ya sean maduros o menos conocidos, y cada uno de ellos sea capaz de mantener su singularidad e identidad.