Misiones es dueña de un tupido y exuberante follaje selvático. Posee ríos, saltos de agua y ostenta una extravagante fauna envuelta en piedras semipreciosas.
Si se realiza un recorrido por el norte de Misiones, es obligatorio detenerse a contemplar el paisaje, ya que las Cataratas no resultan las únicas bellezas provincianas. Así es como en las proximidades del camino se observan arroyos con fastuosos saltos de agua, orquídeas, balnearios, grutas con restos arqueológicos y la selva. Sumergirse en este cuento fantástico dotado de hermosura merece la debida pausa para la contemplación.
La selva se logra aprehender a través de una excursión en colectivo contratado o en otros vehículos apropiados para la zona. De este modo, el tupido follaje estalla en amarillos, azules y verdes para absorber a sus visitantes.
Este es el imperio natural del prestigioso ombú, que aquí se desarrolla con su tronco recto y cilíndrico. Además, entre los colosales árboles podemos distinguir los lapachos negro y amarillo y el ibirá-puitá. Algo más pequeños son los laureles, el cedro y la cancharana. También podemos ver pinos, palmeras pindó y yatay, y tacuaras, que luego de florecer y fructificar mueren.
Pero más cerca de la mano del hombre se explayan los helechos arborescentes, algunos de hasta cinco metros de altura. Entre estos, el amambay, cuya primera flor, según creencia de pueblos originarios, se transforma en «payé» (amuleto) si nace un Viernes Santo. Además, en este tejido natural de yerbales y lianas se observan orquídeas salvajes y claveles del aire, mezcladas con coloridas plantas trepadoras. Asimismo, se pueden avistar plantaciones de té o yerba mate. Aunque no resulta sencillo ingresar a los sitios de trabajo.
En esta provincia, que en gran parte se encuentra espesada por la selva también conviven lagartos, tucanes, armadillos, yaguaretés, osos hormigueros, pecaríes y corzuelas, aunque resulta difícil dar con ellos, pero de ser así resulta un espectáculo fascinante.
Más adelante en el recorrido, se pasa por Montecarlo. En este lugar se especializan en el cultivo de orquídeas, además de la pesca del pez dorado. Luego, a orillas del río Paraná se halla un parque propicio para el descanso, ya que muy cerca también se puede visitar el salto Helena que cae encima de una gruta natural. Finalmente se llega a Wanda, dueña de prestigiosas canteras con piedras semipreciosas. Allí se pueden realizar visitas guiadas a los talleres de ágatas, cuarzos y amatistas. Luego, a pocos kilómetros encontraremos las afamadas Cataratas, pero de esto hablaremos otro día.